viernes, 28 de mayo de 2010

En segundo intento, montañista peruano estuvo a pocos metros de coronar el Everest




En su segundo intento por coronar el monte Everest, el montañista peruano, Richard Hidalgo, estuvo muy cerca de alcanzar la cima del pico más alto del mundo, al escalar más de ocho mil metros de esa montaña y llegar sin oxígeno artificial hasta la denominada “zona de la muerte”.

Las inclemencias del clima extremadamente frío fueron los principales obstáculos para llegar a la cumbre de esta montaña de ocho mil 800 metros sobre el nivel del mar, pues en la “zona de la muerte” el oxígeno es muy es escaso y los vientos superan los 200 kilómetros por hora.Además, la temperatura del lugar desciende a 24 grados bajo cero, lo que genera dolores de cabeza, congelamiento de manos y pies, y a ello se suma el inminente riesgo de avalanchas que pueden causar desenlaces fatales, comentó Hidalgo, en una reciente comunicación con Lima

“En la zona de la muerte todo es muy extraño. El aire contiene tan poco oxígeno que uno siente que el cuerpo comienza a consumirse a sí mismo para seguir avanzando. Cada pisada es como un parto. Hay que respirar como 15 veces para dar un solo paso y lo que ocurre con la cabeza es lo peor, porque es como si no te respondiese”, narró el escalador nacional. Hidalgo estuvo durante dos noches en el segundo campamento del Everest, instalado a unos siete mil 750 metros sobre el nivel del mar, la mayor parte del tiempo a solas, con un clima extremo que hasta le impidió salir de su carpa para derretir hielo y hacer agua para beber.La segunda noche llegó al solitario campamento una expedición pequeña, compuesta por unas ocho personas de varios lugares del mundo, además de los esforzados “sherpas” o pobladores del Himalaya, que el grupo había contratado como guías y orientadores.“Tal como me había pasado el año pasado, la enorme diferencia con la gente a mi alrededor era que yo no estaba utilizando oxígeno artificial y ellos sí. Pero igual todos pasamos mucho frío, sintiendo la velocidad del viento y varios de los síntomas normales de la altura”, señaló.La expedición multinacional salió unas cuatro horas antes que Hidalgo del campamento dos, debido a que el tiempo mejoró ligeramente y porque todos tenían ganas de coronar la gran montaña, aunque sea a paso lento, manifestó.

Mal tiempo

Pocas horas después, el expedicionario peruano partió del mismo campamento con la decisión de intentar la cumbre, pero a las pocas horas sintió los efectos del cambio imprevisto del tiempo, sobre todo en la “zona de la muerte”, donde fallecieron dos montañistas.“En mi intento por alcanzar la cumbre el 26 de mayo, el tiempo empeoró de una manera radical e imprevista, pese a los pronósticos. La fuerza de los vientos me impedía avanzar, aunque yo sentía que podía seguir haciéndolo. El frío traspasaba toda la ropa que tenía puesta”, contó.Agregó que incluso los guantes que vestía no ayudaron a contrarrestar la aparición de los primeros síntomas de congelamiento en los dedos, y además, la constante nieve que había caído en los días previos constituía un permanente riesgo de peligrosas avalanchas.

Dos montañistas murieron

“Luego de algunas horas de caminar en ese estado, cruzando los dedos para que el clima se arregle, dos sherpas regresaron para avisarme que el grupo estaba volviendo porque las posibilidades de avalancha eran muy grandes y porque dos de los expedicionarios habían fallecido al parecer de edema pulmonar”, mencionó Hidalgo.

Como suele suceder en estos casos es impensable rescatar a los fallecidos de la montaña y todos empiezan a bajar desanimados, afirmó Hidalgo, quien en ese momento tuvo que elegir entre seguir avanzando o salvar sus dedos ya casi congelados, y sobre todo, su vida. “Mi idea era conseguir la meta sin la ayuda del oxígeno artificial, no solo para elevar aún más el nombre del Perú, sino porque me parece la manera más éticamente limpia de alcanzar la cima. Pero la montaña tiene la última palabra”, refirió el alpinista peruano.“No me sentí feliz cuando decidí regresar, pero creo que tomé una buena decisión, porque prefiero volver entero y curtido, antes que quedarme muerto allí. Las montañas son así. Y el Everest aún más, porque justamente una de sus características es el tener un clima muy variable, aún estando en buena temporada”, añadió.

Factores adversos

Por encima de los ocho mil metros de altura, en la llamada “zona de la muerte”, el aire contiene solo el 30 por ciento del oxígeno total que se encuentra a la altura del nivel del mar.

A grandes alturas, el cuerpo reacciona ante la falta de oxígeno produciendo mayor cantidad de glóbulos rojos. Como resultado de ello, los escaladores tienen la capacidad de absorber más oxígeno en cada respiración.

Debido a lo espeso de la sangre, los montañistas corren el doble de riesgo de sufrir ataques cardíacos o infartos, así como edemas cerebrales y tumefacción (hinchazón) del cerebro, lo que ocasiona desorientación, locura temporal e incluso la muerte.Los peligros para los escaladores del Everest incluyen avalanchas, grietas, desprendimiento de rocas y hielo, vientos huracanados de hasta 200 kilómetros por hora, tormentas, temperaturas inferiores a los 24 grados Celsius, pérdida de peso, deshidratación y falta de oxígeno.En la “zona de la muerte”, los escaladores deben respirar al menos 15 veces para poder dar un solo paso. En esos momentos, los montañistas llegan a consumir entre 12 mil y 15 mil calorías, es decir, 10 veces más de lo que quema el cuerpo en un día normal.

Un 80 de accidentes fatales que se registran en el monte Everest ocurren durante el descenso, a pesar de que requiere una menor resistencia física.




Desde que en 1920 comenzaron los registros para escalar esta imponente montaña, más de 200 personas han fallecido en su intento por coronar el pico más alto del mundo.

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