La ilusión de una menor de 17 años de tener a su hijo y verlo crecer se vino abajo, luego que los médicos del hospital La Caleta le colocaran una inyección y le practicaran un aborto inducido no deseado, que la dejó sumida en una profunda depresión.
La adolescente de iniciales G.M.D. (17), llegó al nosocomio la mañana de anteayer miércoles a la una de la tarde para hacerse su control mensual, por los cinco meses de embarazo que acababa de cumplir.
Sin embargo, durante su chequeo, como según nos cuenta, el médico que la atendió le manifestó que se encontraba delicada de salud y, que, incluso, tenía una infección en las trompas del útero que a la larga perjudicaban a su bebé.
Los galenos le habrían indicado además que si el niño llegaba a nacer iba a presentar retrazo, o, posiblemente, viviría con el síndrome de down, por lo que le plantearon practicarle un aborto inducido.
La menor imaginó que no tenía ninguna escapatoria, por lo que aceptó la propuesta y, finalmente, le colocaron la inyección.Pese a ello, horas después cuando iba a ser intervenida para sacarle el feto que, aparentemente, ya se encontraba muerto, los practicantes estaban listos para realizarle el aborto, sin embargo, la adolescente cuenta que al momento que le sacaban a su hijo, sintió que se movió, por lo que creyó que aún estaba con vida.
Los estudiantes de medicina hicieron caso omiso al pedido y llevaron el cuerpo del pequeño fuera de la habitación, donde minutos después lo trajeron en una bolsa y se la entregaron a su madre.
En el nosocomio, ningún practicante ha querido dar la cara frente a esta grave revelación, y la menor que frustró su sueño de ser madre a su corta edad, sigue internada en la cama 30 del área de ginecología a la espera de su mejora para poder retirarse a su vivienda y dar por terminado esta parte de su historia.
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