La presidenta chilena, Michelle Bachelet, informó que la cifra de muertos por el devastador terremoto llegó hasta 708 (723 segúl el último reporte), con un creciente número de desaparecidos y militares que saldrán a las calles para reforzar la seguridad en medio de actos de saqueo y vandalismo en varias localidades.
La presidenta dijo que decretó el estado de excepción de catástrofe para las regiones de Maule y Concepción, con lo cual los militares saldrán a colaborar con la policía en la conservación del orden público.
Rescates y vandalismo
En la provincia de Concepción, equipos de rescate realizaban tareas de búsqueda de sobrevivientes en edificios desplomados mientras otros grupos vandalizaban tiendas y la policía se esforzaba en contenerlos.
Las contrastantes escenas eran protagonizadas por gente desesperada que intentaba conseguir comida o rescatar sobrevivientes, pero en ambos casos sus esfuerzos quedaban frustrados por nubes de gas lacrimógeno.
En el centro de Concepción, la ciudad más grande y con mayor proporción de daños, y en la vecina San Pedro, la población se volcó al pillaje.
La alcaldesa Jacqueline van Rysselberghe dijo que aún no había recibido ninguna ayuda alimenticia para los damnificados, lo cual ha desatado la caótica reacción en Concepción, ciudad a 115 kilómetros del sismo y 500 al sur de la capital.
Bachelet designó al general Guillermo Ramírez como responsable del orden público en esa provincia y dijo que acordó con los dueños de cadenas de supermercados la entrega gratuita y ordenada de los abarrotes de primera necesidad almacenados.Del incendio --provocado por vándalos, según las autoridades-- en pleno centro de Concepción de una multitienda y un supermercado anexo, emergió una persona envuelta en llamas rescatada por los bomberos.
Una nube negra cubría el cielo de Concepción a causa del incendio, cuando decenas de infantes de marina intentan retomar el control de la situación y se apostaban fuertemente armados en las esquinas, en una acción que no se veía desde que en 1990 se acabó la dictadura del general Augusto Pinochet.
Una nube negra cubría el cielo de Concepción a causa del incendio, cuando decenas de infantes de marina intentan retomar el control de la situación y se apostaban fuertemente armados en las esquinas, en una acción que no se veía desde que en 1990 se acabó la dictadura del general Augusto Pinochet.
Tras el caos generado por los saqueos, el contingente militar llegado a Concepción comenzó a efectuar las primeras detenciones.Con el aumento del número de efectivos policiales y militares en la zona, la represión militar se volvió más dura y entre gases lacrimógenos, gritos y violencia, fueron arrestados aquellos que continuaron con los saqueos, a pesar del comienzo de la distribución gratuita de ayuda por parte de las autoridades.
En el puerto de Talcahuano otras familias sacan del interior de los contenedores de los barcos cajas con plátanos, aceite, azúcar y arroz. La policía observa sin intentar reprimir. En algunos casos, solo se limita a intentar ordenar el saqueo.
En Concepción, escasea el agua y los alimentos
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